martes, 25 de septiembre de 2012

Leer para comprender

Así se titula un fantástico libro de Víctor Moreno, perteneciente a una serie de obras sobre competencia lectora editadas por el Gobierno navarro. Se trata de un texto dirigido principalmente a docentes (de todas las áreas, sin distingos), aunque su lectura es perfectamente asequible a todo aquel que busque ampliar sus conocimientos sobre comprensión lectora y, sobre todo, aprender sobre diversos modos de afrontarla de manera eficaz.  

Llegué a esta lectura un poco por casualidad, buscando material en la red sobre la temática ya referida. Como lo encontré en mitad del curso escolar y sabía que no iba a poder hincarle el diente hasta el verano, guardé el archivo pdf en mi abarrotada carpeta de documentos pendientes de leer y utilizar. Me fascina leer libros pedagógicos (siempre que tengan un planteamiento ameno), sobre todo de didáctica de la lengua y la literatura y, durante el curso, salvo algunas relecturas de fragmentos de obras ya conocidas, apenas saco tiempo para otras publicaciones didácticas en papel (bastante tengo con encontrar algo de tiempo para dedicar a mis lecturas literarias), si bien es cierto que la red me nutre lo suficiente en este sentido. Por ello, la época estival resulta la ideal para dedicar algún tiempo a este tipo de trabajos y, así, este verano, además de con otras como Describir el escribir, he disfrutado aprendiendo y tomando nota de Leer para comprender, de Víctor Moreno, un autor del que ya tenía referencias por otra obra sobre educación literaria coordinada por Carlos Lomas (la de la imagen que sigue).


La obra de Moreno es extraordinaria por la cantidad de recursos que aporta. No se limita a esbozar ideas, problema habitual en muchas obras didácticas, sino que concreta sus planteamientos en propuestas muy claras que van de las diferentes maneras como se puede enfocar la lectura, siempre con un objetivo (leer para predecir, para averiguar, para resumir, para pensar en voz alta...), a las diversas actividades que se pueden realizar para fomentar la comprensión escrita (reconstrucción textual, juegos con el léxico, análisis y síntesis...). Una diversidad de tareas que el autor considera imprescindible para no automatizar la comprensión lectora y convertirla en un proceso monocorde y rutinario que acabe impidiendo la consecución de sus propósitos.

La riqueza de la obra no se restringe, no obstante, a su amplia propuesta de actividades, sino que pone a nuestra disposición numerosos ejemplos resueltos (perfectamente trasladables a nuestras aulas) y una gran cantidad de textos de utilidad que recogen diversas modalidades y géneros discursivos. Especialmente interesantes resultan las transcodificaciones textuales que el autor plantea y ejemplifica. Se trata de transformar en un nuevo texto los conocimientos adquiridos a partir de la lectura de otro u otros textos, utilizando a tal fin un código expresivo distinto del original. De esta forma, la escritura se convierte en un elemento clave para la propia comprensión lectora, pues sin entender el texto o textos originales resultará complicado realizar una buena transcodificación.

Sin embargo, a pesar de todo lo anterior, considero que el principal reclamo del libro es el fin que persigue el autor, que no pretende que su trabajo quede relegado a la lectura de profesores de lengua y literatura, sino que hace hincapié del principio al final en la imperiosa necesidad de plantear la comprensión lectora como un objetivo común a todos los docentes de todas las áreas, que no deberían seguir dejando esta competencia desterrada de sus clases. A fin de cuentas, la lengua es el código utilizado por el resto de materias para la transmisión y construcción de conocimientos y no fomentar el desarrollo competencial del alumnado en este sentido es un error que muchos acaban pagando caro.

Además, el autor navarro también toca otro talón de Aquiles de nuestro sistema educativo: el predominio del verbalismo docente en las aulas (algo que choca frontalmente con las teorías pedagógicas punteras desde hace demasiado tiempo). Resulta uno de los puntos fundamentales de la obra, pues se insiste en las ventajas que puede traer reducir al menos a la mitad ese defecto profesional de quienes se dedican a la enseñanza y ceder en ese tiempo el protagonismo al alumnado. Se trata, en definitiva, de limitar una práctica que, precisamente, pone en serias dificultades la capacidad de comprensión de los alumnos, ya que difícilmente construirán de tal forma su propio conocimiento.

Así, leer el texto de Moreno puede ayudar a cambiar el pensamiento de muchos que consideran que por bajar la nota en los exámenes por faltas de ortografía ya están realizando una gran contribución al desarrollo lingüístico de los alumnos, cuando no hacen más que quedarse en lo superficial (esto también ocurre mucho en el área de Lengua), o de otros muchos que, a pesar de preguntarse una y otra vez por qué los alumnos olvidan lo que aprenden (o dicho de forma palmaria, lo que realmente no han aprendido), están plenamente satisfechos con su labor porque han explicado todo una y otra vez o han visto todo el temario y han hecho todo lo que estaba en sus manos. 

En resumidas cuentas, contra todas esas ideas tan arraigadas, se puede encontrar un pequeño bálsamo en Leer para comprender, que enfrenta el mito de que la comprensión lectora, así como la expresión escrita, son patrimonio del área de las lenguas, e incide en la necesidad de un planteamiento interdisciplinar, pues desde una sola materia se pueden conseguir pequeños logros pero no se puede evitar que sean infinitas las posibilidades de desarrollo del alumnado que se echan por tierra. Una obra, la de Víctor Moreno, muy recomendable para el Máster de Formación de Profesorado en cualquiera de sus ramas y que no debería encontrar entre sus lectores exclusivamente profesores de Lengua castellana y literatura (como estoy casi convencido de que sucede en la realidad). Muchos docentes de Sociales, Matemáticas o Física, entre otras, se sorprenderían de  posibilidades didácticas a su alcance (incluso utilizando los libros de texto) que quizá nunca llegarán a plantearse si no le dan una oportunidad a obras como esta. Y es que cuando algunos decimos que nuestro código verbal no es únicamente cosa de los profes de Lengua, no hablamos solo de ortografía.


PS: Se me olvidaba señalar otra gran ventaja de esta obra: es gratuita.

6 comentarios:

  1. Gracias por compartirlo, Javier. Me vienen estupendamente estas recomendaciones.

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  2. Me alegro de que te pueda servir (es un libro realmente interesante, de verdad). Un saludo

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  3. Gracias por los materiales. No los conocía, pero me los apunto ya.
    Saludos.

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    1. Espero que te puedan ser de alguna utilidad. Un saludo

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  4. Vi la referencia en Twitter y estoy en plena lectura de "Leer para comprender". Los libros de la Editorial Pamiela de Víctor Moreno son auténticas joyas que revisito a menudo. ¿Los conoces?

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    1. La verdad es que de Víctor Moreno solo conocía el capítulo del libro que aparece más arriba y, a raíz de esa lectura, cuando di con Leer para comprender, me animé por la confianza que me daba el autor en que la obra iba a valer la pena (y así ha sido). Ahora me apuntaré también tus recomendaciones pues no me cabe duda de que serán de mi agrado, tanto por el autor como por quien me las recomienda. Muchas gracias Lu (y disfruta de la lectura).

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